Los obreros y los campesinos
Así, pues, se puede poner en duda que la burguesía hubiera llevado muy lejos el conflicto con la nobleza si los obreros, que formaban una clase netamente distinta, se le hubiesen presentado como aliados peligrosos. Pero la mayor parte de ellos no estaba concentrada ni en las manufacturas ni en barrios separados. Los oficiales (compagnons) de ciertos oficios, especialmente los papeleros y los de la construcción, agrupados en gremios (compagnonnages), eran turbulentos y estaban siempre dispuestos a la huelga; pero la organización no abarcaba más que una pequeña minoría y era corporativa, por lo tanto fragmentaria. Así, el Tercer estado urbano pudo unirse contra la aristocracia, y los obreros de los célebres barrios de San Antonio y San Marceau siguieron a los artesanos que les daban trabajo.
Aquéllos tenían sin embargo sus propios intereses. La abundancia de la mano de obra no permitía el aumento, de salario en consonancia con el alza de los precios y mantenía el desempleo. La principal preocupación del obrero era contratarse, hallar pan en la panadería y no pagarlo a más de dos sous la libra; era su principal alimento y necesitaba tres libras al día. También era muy adicto a la reglamentación, hostil al "acaparador" —Comerciante, panadero, molinero— y estaba siempre dispuesto a ponerlo en la linterna, es decir, a ahorcarlo en el farol más próximo. En este punto el maestro artesano estaba con frecuencia acorde con él: todos tienen derecho a la vida; si el pan es demasiado caro, hay que regular su precio, y en caso de necesidad, pedir a los ricos con qué indemnizar al panadero.
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