El conflicto con los Parlamentos

El Parlamento de París acogió sin pestañear la libertad de comercio de granos, la conmutación en dinero de la prestación personal para la reparación de caminos y la creación de las Asambleas provinciales. En cuanto a la subvención territorial, la rechazó categóricamente, y cuando un sitial de justicia (lit de justice) le impuso su registro, el Parlamento lo declaró nulo y sin validez. Se le castigó con el exilio, pero el Tesoro siguió vacío. No atreviéndose a recurrir a la bancarrota ni a la inflación, el gobierno capituló; la subvención fue abandonada y el Parlamento llamado de nuevo. Entonces, no hubo otro— recurso que un nuevo empréstito. La dificultad, sin embargo, seguía siendo la misma: ¿cómo obtener el registro del empréstito? Entonces algunos magistrados revelaron el secreto designio de la aristocracia: tal vez el Parlamento cedería si se anunciaba la convocación de los Estados Generales. Brienne se resignó a prometerla para 1792 con tal que, de aquí a entonces, se le autorizara a tomar un préstamo de 420 millones. Sin embargo, como no estaba seguro de la mayoría, anunció bruscamente el 18 de noviembre una sesión real para el día siguiente. En sesión real, se tomaban en cuenta las opiniones, pero sin contar los votos: era un sitial de justicia bajo otro nombre. El procedimiento excitó la indignación y el duque de Orleáns aceptó protestar: "Sire -dijo—, esto es ilegal." Luis XVI, desconcertado, se irritó: "Me es igual... Sí, es legal porque yo así lo quiero"
Cuando el rey se retiró, el Parlamento, una vez más, anuló lo que se había hecho.
El conflicto se eternizó y al mismo tiempo tuvo mayor alcance. Como el duque de Orleáns y dos consejeros fueran desterrados, el Parlamento condenó las órdenes de exilio en nombre de la libertad individual. Al presentir un golpe de fuerza, adoptó el 2 de mayo de 1788 una especie de Declaración de derechos: únicamente ios Estados Generales podían establecer nuevos impuestos; los franceses no podían ser arrestados y detenidos por órdenes arbitrarias; los magistrados, inamovibles, son los guardianes de las "leyes fundamentales" del reino.

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