La Revoluciòn de la Burguesìa

Se contaba con Necker, que era popular como nunca, porque había logrado evitar la bancarrota al conceder de nuevo anticipos a los banqueros, sacando 100 millones de la Caja de Descuento, cuyos billetes habían recibido curso forzoso, y asimismo no pagando a los rentistas más que con cuentagotas. Estos expedientes no podían durar más que un tiempo, y ííecker esperaba de los Estados Generales la reforma fiscal, que era el único recurso efectivo. Como no deseaba ponerse a discreción ni de la aristocracia ni del Tercer estado, prefería dar satisfacción a este último, pero limitando el voto por cabeza a las cuestiones financieras, lo que dejaría las demás al arbitrio del gobierno. Como sus predecesores, no estaba seguro del rey y abordó la cuestión indirectamente. Los notables, reunidos de nuevo el 6 de noviembre, rechazaron la duplicación y el voto por cabeza. Sin embargo no todos fueron unánimes; respecto a la duplicación, una parte de la aristocracia y el mismo Parlamento estaban dispuestos a ceder, so pretexto de que ello no entrañaría de ningún modo el voto por cabeza y, en consecuencia, era en sí indiferente. El 27 de diciembre Necker obtuvo la adhesión del Consejo. En su relación había reconocido que el voto por orden era de derecho. El Tercer estado demostró su contento mientras que la aristocracia protestaba con violencia en Provenza, en el Franco Condado y en Bretaña: en Rennes estalló la guerra civil. Mirabeau en un Discurso a ta Nación Provenzal,Sie-yes en su famoso folleto ¿Qué es el Tercer Estado? replicaron con amenazadoras invectivas. Desde ese momento la nobleza acusó a Necker de tramar su ruina con la ayuda del Tercer estado, y recíprocamente la nación se persuadió de que la aristocracia emplearìa todos los medios para quedar dueña de los Estados Generales o para conducirlos al fracaso.

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