El llamamiento al soldado

Así se realizó la revolución pacífica de la burguesía, por los mismos medios que habían hecho triunfar, el año precedente, a la aristocracia. Sin embargo, las consecuencias estaban aún por determinarse, pues Bailly había reconocido que las decisiones de la Asamblea Nacional debían ser sometidas a la sanción del rey, y nadie había discutido aún la integridad del poder ejecutivo. Los órdenes habían sido reunidos, no suprimidos. La nobleza y el clero conservaban la mitad de los votos, y unidos a los moderados del Tercer estado podían formar una mayoría que les facilitaría el triunfo. Pero estas probabilidades fueron desdeñadas. Desde el 26 de junio, Luis XVI había lanzado las primeras órdenes que debían concentrar aproximadamente 18 000 hombres alrededor de París y de Verlalles. El 11 de julio destituyóla Necker e instaló aun nuevo ministro. El rey no podía dudar de su derecho a emplear la fuerza contra los diputados rebeldes, y la aristocracia se habría juzgado deshonrada si se rendía sin combatir. Se empeñaba, no obstante, en una partida temible, pues en caso de fracasar, la sangre vertida recaería sobre el rey y sobre sí misma. Nadie pues creyó que la corte, como era sin embargo el caso, no estuviera dispuesta a la acción: la Asamblea parecía perdida. La intervención popular la salvó.

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