tag:blogger.com,1999:blog-70504009534647329312023-11-15T06:38:52.106-08:00Imperio y Revolución FrancesaApuntes para una clase online de historiaMatilde Dosilinihttp://www.blogger.com/profile/05520336607625960302noreply@blogger.comBlogger54125tag:blogger.com,1999:blog-7050400953464732931.post-47184358316456973542010-02-03T14:23:00.000-08:002010-03-02T12:05:33.586-08:00Luis XVI y María Antonieta<span class="Apple-style-span" style="font-family:'times new roman';"> <p>Luis XVI no había cumplido veinte años cuando subió al poder y, como lo ha dicho él mismo, nada se le había enseñado de su oficio de rey. Suficientemente instruido, piadoso y de intenciones rectas, distaba mucho de ser un gran espíritu, y sobre todo, aunque celoso de su poder, carecía de voluntad. Los servidores leales no le faltaron, compartió sus puntos de vista, aunque no siempre comprendió el alcance de éstos, pero no supo apoyarlos como Luis XIII había sostenido a Richelieu. Además, no gozaba personalmente de ningún prestigio. Este hombre gordo, de aspecto vulgar, de apetito insaciable, cazador infatigable y aficionado a los trabajos manuales, a quien la danza y el juego aburrían, pronto se convirtió en el hazmerreír de la corte.</p><p>La reina María Antonieta, seductora e imperiosa, tuvo sobre él cierta influencia e hizo mal uso de ella. Incapaz de dedicación y entregada por completo al placer, pródiga y ansiosa de satisfacer a sus amigos y compañeros de francachela —los Polignac, la princesa de Lamballe y otros muchos— se hizo culpable de despilfarro, y con sus intervenciones agravó la inestabilidad gubernamental. Con su desprecio por la etiqueta no tardó asimismo en comprometer, por sus imprudencias, su reputación de mujer. Sus decepciones conyugales hablan en su favor, pero esta desgracia, que era el tema de las habladurías de la gente, acreditó los rumores infamantes. La reina pasó muy pronto por ser una Mesalina y el rey un marido ridículo. Su descrédito fue la primera de las causas inmediatas de la Revolución.</p></span>Matilde Dosilinihttp://www.blogger.com/profile/05520336607625960302noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050400953464732931.post-64326602665333895662010-01-04T14:43:00.000-08:002010-03-02T12:05:13.757-08:00Francia en visperas de la revolución (1774-1787)<span class="Apple-style-span" style="font-family:'times new roman';">Siempre se había sentido curiosidad por el advenimiento de un nuevo rey, pero por el del nieto de Luis XV se tenía más que de ordinario. Los parlamentarios, apoyados por príncipes de la sangre como el duque de Orleáns y por casi toda la aristocracia, esperaban ver caer en desgracia a Maupeou y restaurar sus prerrogativas políticas. La burguesía, sin dejar de hacer coro para desafiar al gobierno, esperaba otras reformas, preconizadas desde tiempo atrás por los filósofos y los economistas, que redujeran al rnenos los privilegios fiscales. Estos deseos eran contradictorios. Sólo sometiendo a la aristocracia habían logrado los Capetos asegurar el avance de la unidad nacional, de la que al presente los Parlamentos eran los protagonistas más temibles. El Tercer Estado no esperaba nada de nadie sino del rey, pero para que Luis XVI ejerciera su "despotismo ilustrado" era necesario, en primer lugar, que mantuviera su autoridad. Desgraciadamente, era incapaz de ello.</span>Matilde Dosilinihttp://www.blogger.com/profile/05520336607625960302noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050400953464732931.post-85074477647323441892009-12-09T19:34:00.000-08:002010-03-02T12:05:52.615-08:00Turgot<span class="Apple-style-span" style="font-family:'times new roman';"> <p>Como los ministros que habían tenido acceso a la cámara de Luis XV durante su enfermedad rio pudieron ser recibidos por su sucesor, por temor al contagio, se persuadió a Luis XVI a que tomara como consejero al conde de Maurepas, que había perdido el favor del rey por causa de la Pompadour en 1749. A este viejo amable y escéptico no le hubiera repugnado conservar el "triunvirato" —d'Aiguillon, Mau-peou y Terray—, pero tenían demasiados enemigos. El primero fue sacrificado el 2 de junio de 1774. La destitución de Maupeou era de mayores consecuencias, puesto que de común acuerdo el restablecimiento del Parlamento se hallaba ligado a ella, y la defensa del canciller no se hizo sin despertar dudas en el ánimo del rey; finalmente, el 24 de agosto, Miromesnil fue nombrado ministro de justicia y Terray dejó al mismo tiempo el control general de Hacienda; acto seguido de lo cual el Parlamento fue reinstalado Solemnemente el 12 de noviembre. Las dimensiones colectivas le fueron prohibidas así como suspender la justicia; el derecho de amonestación le fue concedido sólo a condición de no hacer uso de él más que después del registro de las disposiciones reales y dentro del plazo de un mes. Las experiencias del pasado no deberían haber permitido hacerse ninguna ilusión sobre el valor de estas restricciones; los parlamentarios mostraron al punto el propósito de no tomarlas siquiera en consideración, y Luis XVI no replicó.</p><p>En Negocios Extranjeros, Vergennes había reemplazado a d'Aiguillon. En el control general de Hacienda, Maurepas colocó a Turgot, que al principio había recibido la Marina, donde lo sustituyó Sartine, hasta entonces teniente de policía en París. Al año siguiente, el secretariado de la Casa Real tocó en suerte a Malesherbes, presidente del Tribunal de subsidios y director de la Biblioteca; el de la Guerra al conde de Saint Germain. Éstos eran los compañeros de Turgot, cuya personalidad vigorosa domina en gran manera este estimable equipo.</p></span>Matilde Dosilinihttp://www.blogger.com/profile/05520336607625960302noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050400953464732931.post-2571736546827932542009-12-02T17:17:00.000-08:002010-03-02T12:06:20.771-08:00Turgot<span class="Apple-style-span" style="font-family:'times new roman';">De 47 años de edad, se había distinguido, como intendente en Limoges, por su ardiente espíritu reformador. Gran número de obras suyas cuyos títulos —Cartas sobre ta Biblioteca, por ejemplo, y Elogio de Gournay— bastaban para clasificarlo, eran bien conocidas. Con él, y también con Malesherbes, que le había prestado valiosa ayuda en la dirección de la Biblioteca, filósofos y economistas llegaban al poder. Además, ellos le solicitaron los puestos. Dupont de Nemours fue inspector de Manufacturas y Condorcet director de la Casa de Moneda. Parecía el advenimiento de un partido. </span><div><span class="Apple-style-span" style="font-family:'times new roman';">En cuanto a las finanzas, Turgot no propuso ninguna reforma de gran envergadura. Emprendió solamente la tarea de enjugar el déficit, que era de 48 millones sobre 225, por medio de economías y mejoras de detalle, con la supresión de todo empréstito e impuesto nuevos. Mermó considerablemente las utilidades de los Receptores generales* al disminuir el derecho de consumo de París y al confiar a administraciones de impuestos indirectos el patrimonio real y los correos y transportes.</span></div>Matilde Dosilinihttp://www.blogger.com/profile/05520336607625960302noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050400953464732931.post-34612625225621868102009-11-17T10:31:00.000-08:002010-03-02T12:06:38.534-08:00Turgot<span class="Apple-style-span" style="font-family:'times new roman';">De muy distintas consecuencias fue la libertad de comercio de granos, salvo la exportación, cuyo edicto dio el 13 de septiembre de 1774, menos de tres semanas después de su ingreso en el control general. No se trataba solamente de dejarlos circular a voluntad de una provincia a otra, por tierra o por mar. Turgot suprimió también la Agencia de Trigos —que intervenía en el mercado en nombre del Estado— y autorizó a los campesinos a vender sus granos donde y cuando lo encontraran conveniente, sin que estuvieran obligados, como lo estaban desde tiempo inmemorial, a llevarlos a la ciudad más próxima; de modo que los comerciantes tendrían en lo sucesivo la facultad de encarecerlos fuera del control de las autoridades y de los consumidores. Ésta era la política del pan caro, que los economistas habían recomendado como indispensable para el progreso de la agricultura. El momento estaba mal elegido, pues la cosecha de 1774 había sido mediocre; a fines de abril de 1775, el alza provocó en todas partes, y sobre todo en los alrededores de la capital, los disturbios de rigor en casos semejantes: mendicidad en bandas y ataque contra los agricultores, detención de convoyes, pillaje en los mercados, y finalmente motines en París. Turgot mostró tanta decisión como firmeza: la tropa intervino y la justicia prebostal mandó ahorcar a algunos prisioneros. La "guerra de las harinas" finalizó rápidamente, pero el crédito del ministro sufrió con ello.</span>Matilde Dosilinihttp://www.blogger.com/profile/05520336607625960302noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050400953464732931.post-60686026555463775482009-11-11T18:30:00.000-08:002010-03-02T12:06:51.895-08:00Necker<span class="Apple-style-span" style="font-family:'times new roman';">El nuevo interventor de Hacienda, Clugny, revocó las medidas de su predecesor. Cuando éste murió, en octubre, Maurepas llamó a Necker. Era otro paso audaz. Este ginebrino, de origen prusiano, había venido a buscar fortuna a París en la banca y la especulación. Cuando la consiguió, se hizo publicista y se introdujo en la sociedad. Como su mujer tenía Un salón y era espléndida en sus comidas, los periodistas hicieron coro al generoso anfitrión. Al defender a Colbert y la reglamentación, se había constituido en adversario de Turgot. Extranjero y protestante, no fue nombrado ministro, sino solamente director de Hacienda.</span>Matilde Dosilinihttp://www.blogger.com/profile/05520336607625960302noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050400953464732931.post-38512672693243829832009-10-20T13:20:00.000-07:002010-03-02T12:07:07.188-08:00Necker<span class="Apple-style-span" style="font-family:'times new roman';">Necker no era contrario a las reformas, puesto que su popularidad dependía de ellas, pero temía ante todo comprometer su asombrosa ascensión, y contemporizando con todos, no emprendió nada grande. Durante su gestión, abolió la servidumbre en el patrimonio real, suprimió la tortura de los acusados; se instituyeron; a título de ensayo, en Berry y Alta Guyena, asambleas provinciales, nombradas portel rey y completadas con miembros elegidos por la misma asamblea. Los subsidios —impuestos indirectos— fueron sometidos a la administración y un cierto número de cargos suprimidos, con lo cual Necker afrontaba valerosamente los mismos peligros que Turgot. Como éste, en efecto, deseaba restablecer el equilibrio financiero reduciendo los gastos. Sin embargo, argumentaba que las cuentas extraordinarias podían ser legítimamente cargadas sobre las generaciones futuras recurriendo al empréstito, Inglaterra acostumbraba hacerlo así, pero redimiendo poco a poco el interés y la amortización por medio de nuevos impuestos. Esta precaución fue descuidada por Necker; además, la tentación de cubrir también por medio del empréstito el déficit ordinario era grande, y sucumbió a ella tanto más fácilmente cuanto que, por hábito profesional, encontraba natural asociarse a los financieros. Les pidió adelantos a corto plazo contra bistrechas que enajenaban las recaudaciones futuras y los encargó de colocar los empréstitos en lotes o en rentas vitalicias en condiciones cada vez más onerosas. Su origen le prestó el concurso de numerosos banqueros extranjeros instalados en París, y también de los de Ginebra y Amster-dam. Pero, es justo hacerlo notar, si Necker acrecentó la deuda pública en 600 millones, los que se lo han reprochado olvidan que tuyo que costear la Guerra de América.</span>Matilde Dosilinihttp://www.blogger.com/profile/05520336607625960302noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050400953464732931.post-9559048079711977472009-10-07T17:32:00.000-07:002010-03-02T12:07:34.430-08:00La polìtica de vergennesy la Guerra de América<span class="Apple-style-span" style="font-family:'times new roman';">Todos los franceses deseaban vengarse de Inglaterra por los desastres de la Guerra de Siete Años, pero en 1774 la oportunidad para hacerlo no parecía próxima. Por el momento, se trataba de saber cómo se llevaría a la práctica la alianza austríaca. José II buscaba la manera de agrandar sus territorios, y en 1777, invocando derechos de sucesión, intentó desmembrar Baviera, a lo cual Federico II se opuso con las armas. ¿Qué actitud asumiría Francia? La reina, aleccionada por su madre, por el embajador, conde de Mercy-Argenteau, e incluso por José II, juien fue a París sólo con este fin, se inclinó obstinadamente en favor de su patria. Pero entre el personal diplomático y en la opinión pública la hostilidad hacia Austria permanecía viva. El propio Luis XVI, aunque no se proponía romper, permaneció frío; en este asunto al menos, no escuchó a la reina y sostuvo fielmente a su ministro.</span>Matilde Dosilinihttp://www.blogger.com/profile/05520336607625960302noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050400953464732931.post-42970231503438363122009-08-05T14:25:00.002-07:002009-08-05T14:26:38.424-07:00La polìtica de vergennesy la Guerra de Amèrica<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'times new roman'; "><div>Vergennes no era un genio, pero como embajador que había sido conocía Europa, y muy diligente él mismo, fue bien secundado por sus negociados. En su opinión, puesto que Francia no tenía necesidad de conquistas, no podía asociarse a la política de violencia que acababa de desmembrar Polonia y Turquía; en cambio le interesaba estrechar su amistad con los Estados pequeños —Piamonte, Sajonia, príncipes renanos, Holanda, Suecia—\a fin de impedir nuevas usurpaciones. La alianza austríaca sólo le parecía aceptable si continuaba siendo puramente defensiva. De acuerdo con Catalina II, intervino como mediador para restablecer la paz, en 1779, por el tratado de Teschen. En 1785 rehusó una vez más sostener a José II, que quería cambiar los Países Bajos por Baviera y pretendía abrir de nuevo el Escalda contra la voluntad do Holanda. Hay que convenir, sin embargo, en que Vergennes no logró impedirle que preparara con Catalina II un nuevo reparto de Turquía, y que su política parecería bastante modesta, por su alcance y por sus resultados, si se viera en ella sólo el designio de mantener la paz y el equilibrio continental, como se hizo siguiendo a Talleyrand.</div>En realidad, esa política era la condición de una guerra victoriosa contra Inglaterra. Vergennes comprendió que Francia no podía dominar a la vez la tierra y el mar; su mérito fue dar preferencia, a despecho de una tradición profundamente arraigada, al interés marítimo y colonial de Francia sobre su vocación continental, aprovechando la oportunidad que se le ofrecía.</span>Matilde Dosilinihttp://www.blogger.com/profile/05520336607625960302noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050400953464732931.post-73830030614497498962009-08-05T14:25:00.001-07:002009-08-05T14:25:46.271-07:00La polìtica de vergennesy la Guerra de Amèrica<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'times new roman'; ">Las colonias inglesas de América del Norte, en efecto, se habían sublevado y proclamado su independencia el 4 de julio de 1776. En nombre de los Estados Unidos, Silas Deane y Franklin solicitaron el apoyo de Luis XVI. La opinión se inflamó. La Declaración de Derechos, que Virginia había adoptado el 23 de mayo de 1776, resumía brillantemente las ideas caras a los filósofos, y Franklin, self-made-man nombrado embajador de su país, era una lección viva para los partidarios de la igualdad de derechos. Otros franceses, es cierto, consideraban a los insurgentes como rebeldes, pero la hostilidad contra Inglaterra ahogaba los escrúpulos. La partida, sin embargo, era peligrosa. Durante mucho tiempo Vergenes hizo la vista gorda a las operaciones de hombres de negocios, como Beaumarchais, que procuraban suministros a los americanos, y a la salida de voluntarios, el más conocido dé los cuales es el marqués de La Fayette. Cuando una división inglesa capituló en Saratoga, Vergennes se quitó la máscara y empeñó la lucha en febrero de 1778.</span>Matilde Dosilinihttp://www.blogger.com/profile/05520336607625960302noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050400953464732931.post-7182678214855006092009-08-05T14:22:00.000-07:002009-08-05T14:24:24.952-07:00La polìtica de vergennesy la Guerra de Amèrica<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'times new roman'; ">El año siguiente, España aceptó cumplir las obli- y gaciones del Pacto de Familia. Por otra parte, pretensión que anunciaba Inglaterra de controlad el ; comercio de los neutrales y de prohibirles el tráfico con las colonias enemigas acabó por volverlos; conüa ella; Catalina II los agrupó en 1780 en una liga de neutralidad armada, y Holanda entró en la guerra. Saint-Germain había duplicado el efectivo del ejército y Sartine pudo poner en línea un número de barcos de guerra casi igual al de los ingleses, aunque de menor calidad. Sin embargo, la coordinación de esfuerzos entre los aliados fue insuficiente, y en los mares europeos su éxito se redujo a la reconquista dé Menorca. D'Orvilliers había logrado mantener a los ingleses en jaque a lo largo de Ouessant en 1778, pero la armada que debía efectuar un desembarco en Gran Bretaña no lo consiguió, y en 1782 se abandonó el sitio de Gibraltar. En las costas americanas y en las Antillas, d'Estaing y Lamotte-Picquet por una parte, Rodney por la otra, compensaron sus ventajas. En la India, Suffren obtuvo brillantes victorias, pero para auxiliar a Haider-Alí, sultán de Misora, hubiera necesitado todo un ejército. En los Estados Unidos, Washington, carente de hombres y de dinero; resistía con dificultad. La situación fue decidida por Rochambeau, cuando al mando de un cuerpo expedicionario, le ayudó a capturar el ejército de Cornwaliis en Yorktown, sn 1781. El ministerio de Lord North fue derribado y las negociaciones comenzaron. El tratado de Versalles consagró, en 1783, la independencia de los Estados unidos y devolvió a Francia Santa Lucía, Tobago y el Senegal. Aunque el resultado pareciera insignificante, el equilibrio marítimo se restableció sin embargo. Vergennes quedó satisfecho con esto: su deseo fue en adelante consolidar la paz entre Francia e Inglaterra estableciendo relaciones económicas más estrechas; en 1786, concluyó con Pitt un tratado de comercio. Cuando la Revolución y el Imperio volvieron a la política de expansión continental, aniquilaron su obra.</span>Matilde Dosilinihttp://www.blogger.com/profile/05520336607625960302noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050400953464732931.post-42763484242992522242009-08-05T14:19:00.000-07:002009-08-05T14:22:47.029-07:00Calonne<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'times new roman'; "><p>De las causas inmediatas de la Revolución, la guerra de América fue la más eficaz. Por una parte, la pasión por la nueva república avivó el deseo de un cambio. Por la otra, el Estado se endeudó de tal suerte que muy pronto Luis XVI se halló a merced de la aristocracia.</p>Necker había dejado el poder. Pese a su prudencia, había llegado a tener tantos enemigos como Turgot y había replicado a las críticas de éstos con un informe en el cual revelaba el despilfarro de la corte. El informe encontró una acogida extraordinaria, que fue para él el golpe de gracia; fue destituido el 19 de mayo de 178L Sus sucesores, JolyTie Fleury y Lefévre d'Ormesson se vieron obligados a continuar la política de empréstitos. En noviembre de 1783, Calonne fue llamado de la intendencia de Lille para restablecer la situación.</span>Matilde Dosilinihttp://www.blogger.com/profile/05520336607625960302noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050400953464732931.post-11964716494574883032009-08-05T14:18:00.000-07:002009-08-05T14:19:05.093-07:00Calonne<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'times new roman'; ">Era un hombre intrigante y aprovechado, pero inteligente y emprendedor. Calculando que si la producción aumentaba los ingresos se acrecentarían, ordenó obras en los puertos, abrió caminos, comenzó la construcción de canales, creó una nueva Compañía de las Indias, reorganizó la Caja de Descuentos, creada por Panchaud en 1776, con el objeto de obtener un mayor crédito. Empero, la idea, justa en sí, no podía eximir de un gran esfuerzo económico y de aumentar los impuestos para liquidar el atraso. Mas Calonne se mostró pródigo para complacer a la corte y persistió en los empréstitos. Por medio de sus periodistas, a sueldo y sus maniobras alcistas, sostuvo el crédito al grado de recoger en tres años 800 millones. Sin embargo, Necker lo vigilaba y el Parlamento estaba al acecho. En 1786, un nuevo empréstito encontró a los prestamistas reacios. El déficit era aproximadamente del 20 por ciento. Se resolvió realizar algunas economías, pero éstas no bastaban porque más de la mitad de los gastos era absorbida por la deuda pública. Como se rehusaba a presentar la bancarrota o la inflación, Calonne no vio; otro recurso que un esfuerzo fiscal. Técnicamente, el problema era fácil de resolver: no hubiera habido déficit si los privilegiados hubiesen pagado la parte que justamente les correspondía. El 20 de agosto de 1786, Calonne envió a Luis XVI una memoria donde; proponía una reforma del Estado.</span>Matilde Dosilinihttp://www.blogger.com/profile/05520336607625960302noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050400953464732931.post-12602519995991353382009-08-05T14:17:00.000-07:002009-08-05T14:18:28.766-07:00Calonne<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'times new roman'; ">Quería sustituir las vigésimas por una subvención territorial que pagarían todos los terratenientes sin excepción. Como había previsto que el clero pretextaría su deuda para declararse insolvente, decidió anularla vendiendo para ello una parte de sus derechos feudales. Para aumentar la producción, se concedería la libertad al comercio de granos, la supresión de aduanas interiores y de muchos impuestos de consumo. Finalmente, se establecerían asambleas provinciales elegidas en el sufragio censatario, sin distinción de órdenes. De esta manera se pondría coto a los privilegios fiscales, el feudalismo sería dañado, la burguesía incorporada al Estado. Pero tedas estas medidas afectaban a la aristocracia, y la oposición irreductible de los parlamentarios era segura. Si hubiera podido contar con Luis XVI, no cabe duda que Calonne los habría desafiado. Pero no había que dejarse llevar por la ilusión, puesto que Iá autoridad moral del príncipe disminuía de día en día.</span>Matilde Dosilinihttp://www.blogger.com/profile/05520336607625960302noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050400953464732931.post-51884376355340031222009-08-05T14:16:00.000-07:002009-08-05T14:17:49.001-07:00Calonne<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'times new roman'; "><p>La reina, a pesar de ser ya madre de una niña, en 1778, no había cambiado para nada sus costumbres, jugaba en grande y daba el espectáculo en el Pequeño Trianón. Se había enamorado del conde Fersen, gentilhombre sueco al servicio de Francia, y cuando después de Madame Royale tuvo otros dos hijos, decepcionados los condes de Provenza y de Ar-tois en sus esperanzas de quedar como presuntos herederos, estimularon las imputaciones deshonrosas. En 1785, el Asunto del collar acabó de perderla en la opinión general. El Cardenal de Rohan, obispo dé Estrasburgo y limosnero mayor, persuadido por una aventurera, garantizó el pago de un collar que se decía comprado por la reina, con el fin de atraérsela. Una vez descubierta la estafa, el rey cometió el error de no ocultar el asunto. Rohan fue arresta-do, y después de un largo proceso, absuelto por el Parlamento el 31 de mayo de 1786. Todos quedaron convencidos de que María Antonieta había abusado de su credulidad.</p><p>Calonne resolvió, pues, contemporizar: convocó una asamblea de. notables, es decir, de representantes de la aristocracia. Habiéndolos escogido él mismo, pensaba obtener su consentimiento y prevalecer frente a los Parlamentos. Pero el resultado era inequívoco; en lugar de imponer su voluntad, el rey consultaba a sus subditos: "daba su dimisión".</p><p>Así comenzó la Revolución francesa. Estaba destinada a ejercer sobre la vida de la nación una influencia profunda y duradera. Un vistazo sobre el estado del reino en vísperas de esta gran crisis ayuda tanto a medir su alcance como a interpretar sus vicisitudes.</p></span>Matilde Dosilinihttp://www.blogger.com/profile/05520336607625960302noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050400953464732931.post-63870774251237881432009-08-05T14:15:00.000-07:002009-08-05T14:16:24.065-07:00La actividad econòmica<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'times new roman'; ">Después de la Guerra de Siete Años, la economía francesa había conocido algunos años prósperos. La administración real había contribuido a ello del mejor modo posible al proseguir la construcción de grandes carreteras, la apertura de canales en Borgo-Aa y la» provincias del Norte, favoreciendo la roturación y los desecamientos, creando depósitos de MmentalM para la cria caballar, introduciendo, en Ü0V la oveja merina. Ett principio, había alcanzado le libertad preconizada' por los economistas; si du-data en cuanto a los granos, era por temor a la sedi-Otdn^iMl la industriadla reglamentación era cada Vea menos observada. Inclusive el proteccionismo perdía rigldesi el tratado de 1786 había abierto el reino t lot productos manufacturados británicos a cambio dt concesiones para nuestros vinos y aguardientes; en 17M había sido autorizado cierto tráfico entre los Estados Unidos y las Antillas. Por otro lado, la reserva monetaria se acrecentaba en Europa: la producción de las minas de México aumentaba; en Inglaterra, la emisión bancaria tomaba fuerza; varios Estados recurrían al uso de papel moneda. En consecuencia, los precios se hallaban en alza continua, lo que favorece siempre el espíritu de empresa. La introducción de las máquinas, que se multiplicaban en Inglaterra, le abría vastas perspectivas. Por otra parte, la invención era activa también en Francia, especialmente en el terreno de la química aplicada, al cual va unido el nombre de Berthollet.</span>Matilde Dosilinihttp://www.blogger.com/profile/05520336607625960302noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050400953464732931.post-1458800403338121512009-08-05T14:13:00.000-07:002009-08-05T14:15:40.995-07:00La actividad econòmica<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'times new roman'; "><p>Las industrias de lujo conservaban su fama. Las fundiciones y forjas eran cada vez más numerosas, y habiéndose encarecido la madera, empezaron a explotarse las minas de carbón. Sin embargo, las industrias textiles eran las que empleaban mayor número de obreros. En 1762 se había liberado de toda traba la contratación de mano de obra rural, y paralelamente a las manufacturas, millones de campesinos tejían el paño, el lino y la batista para los negociantes de las ciudades. Era también una gran novedad la moda del algodón y de las máquinas inglesas para hilarlo.</p><p>El comercio por mar floreció de nuevo en Marsella con Levante y los berberiscos, en Burdeos y Nantes con las "Islas", es decir, las Antillas, sobre todo Santo Domingo, de donde se sacaba azúcar, algodón, café, índigo, a cambio de harina, de productos manufacturados y de esclavos negros que proporcionaba la trata. "Lo exclusivo" reservaba a la metrópoli el monopolio del comercio y la navegación en sus posesiones de ultramar, a las cuales prohibía además los cultivos e industrias que ella practicaba: el azúcar se retinaba en Francia y se reexportaba en gran parte. En 1789, el comercio exterior se estimaba en más de mil millones.</p></span>Matilde Dosilinihttp://www.blogger.com/profile/05520336607625960302noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050400953464732931.post-52018359955698585412009-08-05T14:12:00.000-07:002009-08-05T14:13:37.919-07:00La actividad econòmica<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'times new roman'; ">A pesar del ejemplo de algunos propietarios, la agricultura permanecía apegada a sus rutinas: se carecía de ganado por falta de cultivos forrajeros. Pero se habían conquistado los terrenos baldíos, y parece que en los años normales la agricultura bastaba para el consumo. El aumento de la población, que debió ser de tres millones durante los últimos treinta años del Antiguo Régimen, muestra que no había hambres propiamente dichas. No cabe duda que la economía estaba atrasada. Los campesinos constituían las cuatro quintas partes de la población; las manufacturas seguían siendo la excepción; la máquina de vapor no se empleaba más que en las minas de An-zin. Pero no por ello dejaba de figurar en el primer lugar después de Inglaterra y, con sus aproximadamente 23 millones de habitantes, Francia era el Estado más poblado de Occidente. Este progreso contribuye a explicar que la burguesía fuese allí más poderosa que en cualquier otra parte del continente, y que fuera la única clase capaz de organizar un nuevo orden. De un pueblo umversalmente miserable no hubieran podido surgir los jefes de una revolución triunfante. Empero, fue la miseria la que puso a su servicio la fuerza popular, y la contradicción no es más que aparente. Desde luego, si Francia era próspera como comunidad, las ganancias beneficiaban desigualmente a sus habitantes: mientras que los granos habían aumentado un 60 por ciento, el precio de arriendo había subido un 95 en provecho de los terratenientes, los cuales gozaban sin embargo en su mayoría de privilegios fiscales, y en cambió los salarios sólo habían subido un 22 por ciento. El incremento del comercio exterior se debía mucho menos al aumento de la producción nacional que al sistema colonial, y beneficiaba sobre todo a los negociantes y a los dueños de plantaciones. Después, a partir de 1778, la economía declinó. Una serie anormal de vendimias abundantes trajo como consecuencia una baratura catastrófica del vino, cuya producción, mucho más extendida que hoy en día, proporcionaba a una parte considerable de la población rural el principal artículo comerciable. En 1784 y 1785, upa sequía desastrosa diezmó el ganado. En la antigua economía, las calamidades agrícolas, al reducir el poder adquisitivo de las masas campesinas, desencadenaban las crisis industriales, las cuales empeoraban aún la condición de los rurales que trabajaban para los negociantes. El pueblo se halló asi a merced de una mala cosecha; ésta coincidió con la reunión de los Estados generales y lo movilizó contra el Antiguo Régimen.</span>Matilde Dosilinihttp://www.blogger.com/profile/05520336607625960302noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050400953464732931.post-76215184733183985962009-08-05T14:10:00.000-07:002009-08-05T14:12:23.701-07:00La vida intelectual y las artes<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'times new roman'; ">Francia conservaba la primacía intelectual y artística. Su lengua, literatura, artes y modas se contaban todavía entre los elementos esenciales del cosmopolitismo de la aristocracia europea. En este aspecto, el reinado de Luis XVI no había señalado una ruptura. La decadencia de la tragedia, la moda del exotismo, el espíritu crítico en el teatro (fue en 1786 cuando Beaumarchais puso en escena Las Bodas de Fígaro) no eran de ninguna manera una novedad. El retorno a la Antigüedad podría fecharse desde mediados de siglo, pero caracteriza mejor la época, y la misma Revolución quedará marcada por él. Históricamente, influye menos en este sentido la obra de André Chénier, que permaneció desconocida para sus contemporáneos, que el Voyage du jeune Anar-charsis de Barthélémy, o la renovación de la pintura con la que David» cuyo Juramento de los Horacios es de 1785, restableció la observación del canon clásico y dio preeminencia al dibujo. Asimismo el mobiliario, al abandonar la rocalla para volver a la línea recta, y al tomar sus motivos no solamente de la Antigüedad greco-romana, sino de la etrusca y la egipcia, creaba un estilo que, al hacerse más pesado, daría como resultado el estilo Imperio. Aunque no hay que engañarse: en Pompeya se había redescubierto el arte alejandrino, y la decoración interior en la que Boucher había sobresalido no se hallaba destronada; los escultores eran partidarios de lo antiguo; pero la obra de Falconet, y sobre todo la de Pajou, no sacan de allí su encanto; los paisajes de Hubert Robert no le deben nada, y el realismo hacía valer sus derechos tanto en el retrato como en los grabados de Moreau, inspirados tan a menudo en la vida cotidiana. Por lo que concierne a la música, los éxitos de Gluck habían contrarrestado la popularidad de los italianos, pero nuestra ópera cómica conservaba su brillo: el Ricardo Corazón de León de Grétry es de 1784.</span>Matilde Dosilinihttp://www.blogger.com/profile/05520336607625960302noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050400953464732931.post-89276470367156923742009-08-05T14:09:00.000-07:002009-08-05T14:10:24.954-07:00La vida intelectual y las artes<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'times new roman'; ">En el terreno del pensamiento encontramos la misma variedad. El racionalismo conservaba en él su lugar y el progreso de las ciencias continuaba: Lavoir sier creaba la química moderna, Buffon acababa de dar cima a su obra, Monge y Laplace comenzaban la suya. La "filosofía" tenía ganada la partida: el "rey" Voltaire había muerto en plena apoteosis en 1778 y la influencia de Rousseau, muerto el mismo año, era más.profunda aún. Pero no habían dejado, a decir verdad, sucesores de los mismos vuelos. Hasta 1788 Condorcet no había publicado casi nada y Ma-bly se divulgó sobre todo después de 1789; se leía sobre todo la Histoire philosophique des Deux Indes de Raynal, aunque no ofreciera otra novedad que un acento más violento e impaciente. La influencia americana, los nombres de Washington, Frankliri, La Fayette, embellecían las nuevas ideas con un prestigio sin igual y su divulgación aumentaba dé día en día gracias a la difusión de folletos y a la propaganda que se les hacía espontáneamente en los salones, academias y sociedades diversas cuyo número aumentaba incesantemente: culturales algunas, como el Musée; filantrópicas otras, políticas otras más, como los primeros clubes o la Sociedad de Amigos de tos Negros; incluso logias masónicas, donde sacerdotes y nobles se concertaban con la burguesía para repudiar al menos el "fanatismo" y el "despotismo".</span>Matilde Dosilinihttp://www.blogger.com/profile/05520336607625960302noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050400953464732931.post-76431564393853875062009-08-05T14:07:00.000-07:002009-08-05T14:08:45.636-07:00La vida intelectual y las artes<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'times new roman'; "><div>Lo poderoso de la corriente no debe sin embargo conducir a engaño. La aristocracia, en su gran mayoría, permanecía hostil a la igualdad dé derechos; el clero a la libertad religiosa. El catolicismo y el absolutismo conservaban numerosos defensores que carecían de talento, pero no por ello eran menos leídos por muchos burgueses. Por otra parte, el romanticismo se anunciaba ya. Rousseau había dado preferencia al sentimiento sobre la razón, a la exaltación pasional, a la adoración confusa de la naturaleza, y Bernardino de Saint-Pierre seguía sus huellas; Las ideas políticas y sociales de los racionalistas no eran sin embargo repudiadas; el romanticismo, al llevar el individualismo al extremo, al alentar el optimismo, predispuso asimismo a los hombres al ardor revolucionario. Que amenazara no obstante el imperio del racionalismo realista y positivista lo atestiguaba la religión sentimental del Ser Supremo de la que Rousseau se había constituido misionero, y que ese misticismo respondiera a oscuros deseos lo dejaba presentir el éxito obtenido por las extravagantes doctrinas de Swedenborg, de Pascalis, de Saint-Martin, o la de Mesmer, que confundía las mentes presentando la electricidad y el magnetismo como fuerzas sobrenaturales, o las de charlatanes como Cagliostro.</div>Por estos síntomas se puede medir coa qué fuerzas de reacción debía tropezar la Revolución.</span>Matilde Dosilinihttp://www.blogger.com/profile/05520336607625960302noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050400953464732931.post-5678506485383143352009-08-05T14:06:00.000-07:002009-08-05T14:07:50.621-07:00La administración det reino y la unidad nacional<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'times new roman'; "><div>No era un secreto para nadie que desde Luis XIV la organización del Estado permanecía estacionaria. Poco faltaba para que Luis XVI gobernara siguiendo los mismos procedimientos que su antepasado; algunos pudieron no ver en ello ningún mal, pues ante todo les importaba la calidad de los administradores, y éstos eran con frecuencia excelentes: hostiles a lo arbitrario por amor al orden y al bien público, penetrados ya de la majestad de la ley, muchos se adaptaron sin dificultad al orden burgués y le prestaron inestimables servicios. Pero es indudable que mientras la enseñanza de las escuelas, el prestigio de París, las letras y las artes, el progreso de las comunicaciones y de las relaciones económicas, fortificaban de día en día la unidad nacional, las instituciones la estorbaban. Francia continuaba dividida en país de elecciones, en el que el intendente era señor sin discusión de su generalidad, y en país de Estados, en el cual debía contarsexcon los Estados provinciales. El Mediodía era fiel al derecho romano y el Norte a sus numerosas costumbres. Las pesas y medidas variaban con frecuencia de una parroquia a otra. Las aduanas interiores y los peajes, lo mismo que la diversidad del régimen fiscal, impedían la constitución de un mercado nacional. Las circunscripciones administrativas, judiciales, financieras, religiosas, prodigiosamente desiguales e invadiéndose las unas a las otras, no ofrecían más que un caos. Provincias y ciudades, a menudo dotadas de privilegios, que consideraban, con razón, como una defensa contra el absolutismo, manifestaban un particularismo obstinado.</div>Para el Capeto, era una especie de misión histó rica el dar a la comunidad que había constituido, al reunir las tierras francesas bajo su autoridad, una unidad administrativa que se armonizara con la conciencia que adquiría de sí misma y que fuese tan favorable al ejercicio de su poder como agradable y útil para todos. Los funcionarios, sin duda, no hubieran pedido nada mejor que realizarla, pues esto hubiera acrecentado el poder real y en consecuencia su propia influencia; pero por esta misma razón habrían chocado con la resistencia apasionada de los Parlamentos y de los Estados provinciales, es decir, de la aristocracia. Lo mismo que la solución de la crisis financiera, la realización de la unidad nacional ponía a discusión la organización jurídica de la sociedad.</span>Matilde Dosilinihttp://www.blogger.com/profile/05520336607625960302noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050400953464732931.post-21681567986006161902009-08-05T14:05:00.000-07:002009-08-05T14:06:12.961-07:00La aristocracia<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'times new roman'; "><p>A decir verdad, esta estructura era en sí la negación misma de la unidad. Los franceses continuaban divididos en tres Ordenes o Estados: Clero, Nobleza y Tercer estado, los dos primeros de los cuales eran los privilegiados.</p><p>El clero era el más favorecido. No pagaba los impuestos directos, sino sólo un don gratuito cuyo monto fijaba y recaudaba él mismo. Era el único que tenía una existencia política propia: una asamblea, una organización financiera y tribunales. Por lo menos una décima parte del suelo le pertenecía, así como muchos señoríos, y percibía el diezmo de todos los productos de la tierra. Lo que llamamos estado civil estaba en sus manos; el que no era ca* tólico no tenía existencia legal: su matrimonio era un concubinato y sus hijos bastardos. La Iglesia tenía también el monopolio de la enseñanza y la beneficencia; participaba en la censura de los sitios. Su influjo espiritual era considerable. Entre los eclesiásticos, y lo que es peor, entre los obispos, se llevaba una vida poco canónica, y con frecuencia se entraba en las órdenes más por gozar de un beneficio que por amor al apostolado; la fe se había entibiado si se considera, especialmente, la disminución de las vocaciones monásticas; entre la nobleza y la burguesía se hacía gala, a menudo, de incredulidad. Pero ésta distaba de ser general, y se admitía, en todo caso, como Voltaire lo hacía, que el pueblo necesita una religión. Éste continuaba siendo creyente y practicante. La parroquia rural apreciaba mucho a su párroco, y es probable que la Revolución no hubiera podido iniciarse sin él.</p><p>Pero el clero era una corporación, o como decía Sieyés, una profesión más que una clase. Los obispos y una gran parte del alto clero, que acaparaban las más jugosas rentas eclesiásticas, eran nobles; los curas, reducidos generalmente a la congrua, y la mayor parte de los religiosos, eran plebeyos e iban a hacer causa común con el Tercer estado. En el fondo, no había más que dos clases: la aristocracia era la nobleza.</p></span>Matilde Dosilinihttp://www.blogger.com/profile/05520336607625960302noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050400953464732931.post-60754412922155935542009-08-05T14:03:00.000-07:002009-08-05T14:05:26.462-07:00La aristocracia<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'times new roman'; ">La propiedad territorial de aquélla seguía siendo considerable: tal vez un cuarto o un tercio del suelo le pertenecía, y la mayor parte de los señoríos. Menos privilegiada que el clero, pagaba la capitación y las vigésimas y no formaba una corporación. En todo esto, por otra parte, no se distinguía radicalmente del Tercer estado: muchos burgueses no estaban sujetos a la talla y nada impedía a un plebeyo adquirir tierras e incluso señoríos. Lo que distinguía a la nobleza era el nacimiento. Sin duda alguna, se podía llegar a ser noble, pues nunca ha habido castas entre nosotros. Sin embargo, en opinión de los, propios plebeyos no se era verdaderamente noble sino por la sangre, y la literatura aristocrática que —se olvida con demasiada frecuencia— se desarrolló a través del siglo xviii al lado de la filosofía burguesa» había recurrido a justificaciones históricas y raciales: Montesquieu, después de Boulainvilliers, consideraba a los nobles como descendientes de los conquistadores germanos que por sus virtudes guerreras habían impuesto su autoridad a los cobardes galoromanos. ¿Cómo hubieran podido soportar que se les confundiera con la-plebe "innoble"? El matrimonio desigual era una mancha; los nobles no podían trabajar sin rebajarse, y cuando Colbert les abrió el comercio marítimo, no encontró gran acogida. Vivir noblemente era portar armas, pertenecer a la Iglesia o permanecer ocioso. La riqueza, sin embargo, introdujo entre ellos diferencias impresionantes. Unos vivían en la corte o en castillos suntuosos; otros sostenían su rango en provincia; muchos eran pobres, sobre todo en las regiones atrasadas.</span>Matilde Dosilinihttp://www.blogger.com/profile/05520336607625960302noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7050400953464732931.post-40134878946688694842009-08-05T14:02:00.002-07:002009-08-05T14:03:47.032-07:00La aristocracia<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'times new roman'; ">A esta nobleza de espada, el rey había añadido otra asociándola, para darles más valor, a los cargos que él vendía. Los miembros de los Consejos, los magistrados de los Tribunales soberanos de Par rís y de algunas provincias —Parlamentos, Cámaras de cuentas. Tribunales de subsidios y monedas— gozaban de nobleza hereditaria; los demás, de nobleza personal que se volvía trasmisible después de cierto tiempo de ejercida Era la nobleza de toga. Los tesoreros de Francia que formaban los negociados de Hacienda, los magistrados municipales, los secretarios del rey (éstos últimos esparcidos por todo el reino, y cuyo título no llevaba aparejada ninguna función), gozaban de ventajas semejantes. Estos ennoblecidos eran ricos y, de origen burgués, aumentaban y administraban cuidadosamente su patrimonio. Los nobles de espada los habían mantenido a" distancia durante mucho tiempo, pero cedían cada vez más al incentivo de matrimonios ventajosos; ya en el siglo xvm el ostracismo se había atenuado bastante. Por otro lado, los ennoblecidos olvidaban rápidamente su origen y mostraban tanta o mayor altivez que los otros.</span>Matilde Dosilinihttp://www.blogger.com/profile/05520336607625960302noreply@blogger.com0