En la Asamblea, mientras tanto, se discutía si la Constitución iría precedida por una Declaración de Derechos. La afirmativa fue adoptada el 4 de agosto. Pero ¿cómo redactarla mientras los privilegios subsistieran? Y discutirlos en detalle daría pábulo a la obstrucción. Por otro lado, la anarquía alarmaba a los diputados. Contra los campesinos, el único recurso era el ejército y la justicia prebostal; y esto era ponerse a merced de la corte. Faltaba dar satisfacción a los insurrectos. Pero el debate amenazaba con eternizarse. En el Club Bretón, los patriotas resolvieron hacer una "operación mágica" que dejaría el campo Ubre de un solo golpe gracias al concurso de dos nobles amigos, el vizconde de Noail-les y él duque d'Aiguillon, cuya iniciativa inesperada entusiasmó a la Asamblea. La noche del 4 de agosto añadió a la revolución política una revolución social; los privilegios, el diezmo, los derechos señoriales fueron abolidos y se proclamó la igualdad de derechos. Como las provincias y las ciudades renunciaron también a sus franquicias, la unidad jurídica de la nación se encontró realizada al mismo tiempo. Sin embargo, el acuerdo entre la Asamblea y los campesinos siguió siendo equívoco. "El feudalismo queda abolido en Francia", dice el decreto de los días 5 a 11 de agosto que codificó las decisiones tomadas el 4. En realidad, el diezmo y los derechos señoriales que afectaban a la persona, es decir, la servidumbre, la justicia y las prerrogativas que la sujetaban, fueron suprimidas sin indemnización, mientras que las cargas de la tenure (es decir, aquellas relacionadas con el feudo), quedaban sujetas a redención. En principio, sin embargo, el Antiguo Régimen había llegado a su fin, y la Asamblea redactó su "acta de defunción", al votar la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano que fue terminada el 26 de agosto de 1789.
La noche del 4 de agosto y la Declaración de Derechos
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